Cuando pensamos en la jubilación, solemos imaginar calma, viajes tranquilos o tiempo libre para disfrutar. Lo que pocas veces ponemos sobre la mesa son los imprevistos. Un problema de salud, una avería grande en casa o incluso tener que ayudar a un hijo pueden romperte los planes si no tienes un colchón económico preparado. Y no hablamos de lujos, hablamos de estar tranquilo.

Los expertos en finanzas personales coinciden en algo: al llegar a la jubilación conviene tener apartado un fondo para emergencias que cubra entre uno y tres años de tus gastos básicos. Dicho en números, eso supone entre 16.700 € y 57.800 €, dependiendo de lo que gastes cada mes. No es un capricho, es una red de seguridad que puede marcar la diferencia entre vivir la jubilación con calma o con preocupaciones constantes.
Cómo calcular tu cifra real de ahorro para emergencias
El rango es muy amplio porque cada persona tiene sus circunstancias. No gastamos lo mismo viviendo en una gran ciudad que en un pueblo, ni es igual si pagas hipoteca que si ya tienes la casa libre. La clave está en calcular tus gastos esenciales, esos que no puedes dejar de pagar: comida, luz, agua, vivienda, transporte y salud. A partir de ahí, lo multiplicas por entre 12 y 36 meses. Esa es la base de tu fondo ideal.
Hay que tener en cuenta también la inflación y los costes médicos, que con la edad suelen subir. Si tu cobertura sanitaria privada es escasa o si prevés gastos en medicamentos, mejor apuntar alto en el colchón. Otro detalle importante: si tienes deudas o mantienes a alguien económicamente, la cifra debería ser más cercana al extremo alto de la horquilla.
Para ponerlo claro con un ejemplo: si tus gastos básicos rondan los 1.500 € al mes, lo recomendable sería acumular entre 27.000 € y 54.000 €. Con eso garantizas que, pase lo que pase, tendrás margen para responder sin endeudarte ni comprometer tu pensión.
Qué hacer hoy para empezar a construir ese colchón
Aquí no vale la excusa de que es demasiado dinero y no merece la pena intentarlo. La clave está en empezar pequeño y constante, y dejar que el tiempo juegue a tu favor. Lo ideal es tratar el ahorro como un gasto fijo más, aunque al principio solo puedas apartar una pequeña cantidad. Poco a poco se convierte en un hábito y el fondo va creciendo.
Algunos pasos que funcionan son: crear un presupuesto claro para saber exactamente en qué se va el dinero, abrir una cuenta aparte solo para emergencias y revisarla cada año para ajustarla a tus nuevas necesidades. Si los precios suben o tu situación cambia, tu colchón también debe adaptarse. Lo importante es que ese dinero no se mezcle con el del día a día, porque entonces acaba desapareciendo.
A medida que el fondo crezca puedes valorar si una parte te conviene invertirla en productos seguros para que no pierda valor con la inflación. Eso sí, la prioridad siempre es la liquidez: tiene que estar disponible de inmediato si aparece el imprevisto.
La jubilación debería ser sinónimo de tranquilidad, pero esa calma no llega sola. Se construye, entre otras cosas, con un fondo de emergencias preparado para cubrir de uno a tres años de tus gastos esenciales. Puede sonar ambicioso, pero es totalmente posible si empiezas ya, con la cantidad que puedas, y lo conviertes en hábito. Esa disciplina es la que te dará la libertad de disfrutar de tu tiempo sin sobresaltos cuando lleguen los imprevistos.