Originariamente las marcas blancas eran las que en sus productos solo aparecía el nombre en un envase de color blanco. En la actualidad deberíamos hacer referencias a marcas de distribuidor, que son: Eroski o El Corte Inglés, o sino a marcas privadas como Hacendado que solo podemos encontrar en Mercadona.
En los últimos años se ha producido un importante repunte en este tipo de productos y por lo tanto el mercado y el consumidor, se adaptaron a esta nueva situación. Lo más importante es que las marcas blancas son más económicas que las de fabricantes tradicionales.
Si bien muchísimos ahorradores las utilizan para pagar menos. Pero detrás de ellas se encuentran algunos factores a tener en cuenta.
El método utilizado consiste en que las firmas de fabricación llegan a acuerdos con las distribuidoras para facturar artículos más baratos a cambio de obtener un mayor volumen de ventas. Los fabricantes ahorran dinero en marketing y abren una línea de negocio al margen de su venta de productos propios.
Lo importante a tener en cuenta es saber si realmente son tan económicas. El consumidor lo que hace es comprar los precios, por lo que a veces algunos productos parecen baratos porque está al lado de uno caro. Pero las marcas blancas suelen jugar con los formatos y aprovechan el hecho de no tener una tradición en los artículos, por lo tanto suelen cambiar los tamaños, las composiciones, etc. sin que los consumidores tomen conciencia.
Otro tema a tener en cuenta es la calidad de los productos, ya que los controles de estos productos pueden ser menores. En el caso de los artículos de primer precio, que casualmente son los más baratos, la pérdida de calidad suele ser muy importante.
El principal consejo es averiguar quién se encuentra detrás de una marca de distribución y hacerlo es muy simple. Nada más hay que revisar el envase.
En definitiva las marcas blancas son una buena opción. Pero hay que tener en cuenta varios factores antes de comprar: Calidad, fabricantes, composición, comparación verdadera de precios, etc.
